jueves, 31 de marzo de 2011

A vos te hablo...

A vos, que decis que tu vida es práctica.
Que reflexionás con libros como “Mi planta naranja lima” y Nietzche te parece re-bajón.
A vos, que lo más cercano al arte que tenés es el cuadro de Van gogh made in Barrio Chino en el comedor.
A vos, que medis el éxito según los ceros en la caja de ahorro, que lo más sensible que tenés son las yemas de los dedos para contar billetes.
A vos que no podés tipear ni un párrafo sin usar comillas o paréntesis.
A vos, que soñas con viajar a Europa para vivir la civilización moderna, el mismo que cuando se va de vacaciones se lleva el bolso térmico a todos lados para no gastar.
A vos, que el progreso te parece una cuestión de inteligencia individual y que mágicamente, cada tanto, recibís una donación de Papi para comprarte lo que quieras en el kiosco.
A vos te hablo, collage de etiquetas, actor de reparto, socio de Blockbuster y fan de series americanas con humor inteligente.
A vos, que entrás al trabajo tarde, tomando café Starbucks con los auriculares puestos.
A vos, que te comprás ropa en Lacoste y en el freezer tenes congelados marca Día %, que te sentís importante cuando tenés gente a cargo pero a “la señora que limpia” la tenés en negro.
A vos, que hacés caridad porque garpa o porque crees que va a haber un pobre menos en tu palier;
que pensas que la sociedad es algo ficticio, que los que hablan de eso son loquitos, altruistas, soñadores, hippies, vagos, idealistas... pero cuando querés invertir te fumás todas las encuestas de opinión, los estudios de mercado y los zondeos de tendencias.
A vos, que medís a la gente por su utilidad, que los amigos te duran menos que tu convicción política. Y si duran mucho, claro está, serán los más influenciables.
A vos, orgullo de la familia, que el episodio más rebelde de tu vida fue haberte fumado un porro en Pinamar con tus amigotes, que tuviste la discusión más álgida de la historia con el empleado de Mc Donalds que te dio mal el pedido...

Si te sentiste interpelado, mi estimado portador de sangre azul, mi perro de raza, mi cara de jarrón con su mundo hecho de clisés: este es un homenaje a tu distinción, a tu solidaridad y a tu bien defendido buen gusto.

Salud!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Me mata tu mirada, me mata!

Día de mierda, de los predecibles, pero aún así, día de mierda. Además de no poder controlar mi mal humor, destilando cuanta ironía suba hacia mi boca desde las entrañas, tengo como una especie de “capa absorbente” (que en un comercial de toallitas sonaría muy bien) para el mal humor generalizado. Hoy estaba en uno de esos momentos. Al borde del grito/llanto, porque las mujeres a todas las emociones incontrolables le adherimos unas lagrimitas, seamos sinceras, decidí bajar a fumar un cigarrillo para despejarme. En microcentro, claro está.
Después de tragar algo de humo para aclararme, vaya paradoja, salí a caminar un poco a mirar vidrieras. Cuando estoy fastidiosa trato de evitar las casas de ropa o zapatos sencillamente porque me da aun más rabia de la que ya llevo: cosas hechas para cuerpos perfectos, boludeces de 300 mangos, la cara de “uy me sorprendieron mirando el amanecer mientras posaba en ropa interior” de Jesica Cirio, en fin... todo iba a ser leído en ese tono, así que, para evitar discusiones internas, decidí, como otras veces, visitar la mega-hiper librería que queda a la vuelta del trabajo. Es una de esas cadenas de librerías grandes, donde no sabes si estás entrando a un shopping, a una biblioteca, a una disquería o a todo eso junto, pero con “estilo”. Los libros están esparcidos en góndolas, cual viaje de supermercado, separados por temas (esto da para otra publicación pero he encontrado agrupados libros que son inconciliables bajo un mismo título). La mayoría están apilados, uno va, los agarra, los da vuelta, lee la contratapa aunque sabe que no sirve para nada, se entretiene, bah... por lo menos yo lo hago, hasta que llega el GRAN momento del pequeño paseo furtivo: encuentro el libro que “tal vez” sea el próximo a leer. En verdad el tal vez viene después porque en ese momento es EL libro, interesante, atractivo, seductor, completo... más cualidades de las que podría tener un tipo que te gusta. Estaba leyendo sus primeras páginas (odio empezar por la contratapa, mentirosa, marketinera y hasta quizá escrita por alguien que no lo leyó entero, no es así en todos los casos obviamente... pero así sucede), acariciando su caja, perdiéndome en sus colores, en su olor a tinta y papel y sobre todo en sus palabras, en sus ideas apenas esbozadas... cuando de repente zas! Ahí apareció, lento, cabizbajo, camisita blanca, corbatita azul, pantaloncito gris (diminutivo porque era pequeño y al parecer bastante pelotudo también) nuestro querido empleado de stand. Ni siquiera se cómo se los nombra! Y no me importa, porque para mi es un garca, un interruptor de momentos felices, alguien que le pagan no solo para vigilar los libros (y a vos) sino también para cortar la relación casi erótica lector-libro, básicamente, un cortapolvo. Yo ya lo olía venir, despacio, haciendo que nadie lo ve, pero por favor! Caminaba con las manos agarradas por atrás! Es obvio que alguien que camina así se está haciendo terriblemente el boludo! No quise demostrar que advertí su presencia, intenté seguir como si nada... pero claro, su sola actitud observadora de rapiña me lo impedía. Sentía su mirada recorriendo cada uno de mis inocentes movimientos. Su mirada, una provocación a mi cometido...
Agarré otro libro como para no darle la razón, como para que se sienta al pedo y no justificar su trabajo. Leí otra cosa, una pelotudez enorme, más bronca me dio! En eso se me agotaba la última esquirla de placer! Lo cerré y me fui.
Seguramente este protoinspector de posibles figuras del delito, haya seguido observándome mientras me iba, pero por el amor de dios! A quién se le ocurre que querría robarme un libro! Primero, porque podría pagármelo, mi aspecto de empleada administrativa lo delata, segundo porque, de agarrarme un ataque cleptómano dónde lo hubiera llevado? No llevaba cartera, ni bolsa, ni mucho menos un abrigo, hace calor, a gatas llevaba el celular y las llaves en la mano porque no tenia bolsillos, no conforme con eso, llevaba tacos, no hubiera podido correr ni dos metros hasta la puerta que... qué tenía?? Alarma! Si señores! El detector automático del robo! Pero claro, si fuera Sherlock Holmes o agente de la KGB no hubiese estado ahí, en ese preciso momento, para cagarme la existencia. Y además, qué tiene si me llevo el puto libro!!! Con eso no puedo robar un banco o matar a alguien o incendiar un hospital!! Esa es la manera en la que se cuida a la “educación” y a la “cultura”? Mon dieu!
Mejor, vuelvo otro día.

jueves, 1 de abril de 2010

De puños y pocas letras

“Anda al grano”, “decime lo que me tenés que decir y punto”, “hablame sin vueltas”, “¿por qué usas esas palabras?”...

Frases como estas nos han restringido a quienes nos gusta escribir, o también hablar, haciendo el mejor uso posible de la lengua que nos tocó hablar. No es que esta restricción haya sido completamente voluntaria, creo yo, más bien surge de un proceso interno en juego con un contexto que le ha quitado valor a las palabras.
No quiero decir con esto que haya una manera “correcta” o “ideal”de hablar, simplemente he notado que con el paso del tiempo la gente prefiere gastar menos tiempo en pulir, modificar o simplemente prestar atención a cómo dice lo que dice.

Si hay algo particular, que he vivido hasta mis primeros años de la adolescencia y añoro completamente, son las cartas manuscritas. Desde el arte y la peculiaridad de la grafología individual, hasta la elaboración del texto en sus infinitas posibilidades, hacen de este medio una de las formas más singulares de expresión. Pensar el tema, escribir, borrar, volver a escribir, tratar de ser lo más específico posible para que el otro entienda, elegir finales abiertos o cerrados, una numerosa cantidad de procesos se ponían en juego a la hora de construir el mensaje sobre el papel. Desde la recepción se podrían nombrar: la espera, el seguimiento del desarrollo del texto, la identificación de la caligrafía con el emisor. Hay un gran estímulo por este lado de la comprensión simbólica (debe imaginarse qué quiso decir, especialmente si hay metáforas o juegos de palabras). Todas estas cuestiones todavía encuentran cauce, aunque tal vez mediadas por otros dispositivos tecnológicos y avaladas por otros tipos discursivos. Con esto quiero decir, que muchas tipologías han desaparecido o se han transformado en otras. Por ejemplo, el tipo de discurso “carta de amor” ha ido derivando en otros: mail, mensaje de texto, blog, papelito pegado con imán en la heladera, etc... cada uno con sus particularidades y formas internas (no es lo mismo escribir un mail o postear en un blog, el texto se construye de maneras distintas).
Pero ese cambio no creo que se haya producido solamente por un salto en el dispositivo (papel-PC) sino también por la concepción del tiempo y por el valor que se les da a las palabras. Hoy en día, hasta parece ridículo que alguien dedique su tiempo a escribir una carta con sus propias manos, a decorar las frases, a exprimir las letras hasta encontrar la mejor forma, por supuesto desde la subjetividad, de decir lo que quiera. ¿Será que cada día se intenta pensar menos?, ¿En pos de qué limitamos el lenguaje a un par de frases hechas y situaciones previstas? Podría dar miles de opiniones, pero realmente no tengo las respuestas. También sería fundamental analizar estas cuestiones desde lo político-cultural, la valoración de las formas de comunicarnos van cambiando a lo largo de la historia, a causa de muchos factores que atraviesan lo social. Pero no cuento con los conocimientos necesarios para hacer un desarrollo histórico, eso sería parte de una investigación muy pertinente. Simplemente mi intención es señalar la pérdida, el recorte, la síntesis, que noto se ha producido en el uso de la lengua.

Quizás estemos atravesando un momento particular en la comunicación directa, una transición hacia otras nuevas formas. No por nada se está privilegiando lo icónico. Estamos inmersos en un tráfico de imágenes constantes, TODO trae una cámara “por las dudas si me quiero sacar una foto”, el intercambio en una conversación casi siempre está mediada por imágenes, las redes sociales hacen culto a la imagen. Y estas imágenes, en su mayoría, guardan una relación directa con su referente: lo importante es mostrar “de una”, “ir al grano”, “para qué hablar si así se entiende”. ¿Se tratará de un pasaje que deje atrás lo simbólico? Espero que no. Espero que la gente siga escribiendo, y que al que no le guste se proponga intentarlo. Espero que el mundo se llene de metáforas como juegos y como aprendizajes. Espero que todos valoremos el placer de usar la lengua, de modificarla, resignificarla. Todavía hay muchos signos esperando ser construidos.


Y por supuesto espero que NUNCA dejemos de escribir cartas.







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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Palabras (o algo más) para compartir

El tema de la seguridad es hoy en día "el tema". Preocupados por lo que nos rodea, alarmados por los medios y las historias que nos llegan, atrincherados detrás de la ilusión ficticia que nos construimos para protegernos: por fuera con rejas y paredones, por dentro con inmadurez, superficialidad, ceguera emocional. Un lindo cóctel para la vida del caballero y la dama, con suerte de sabor a despreocupación y viva la pepa.
Sobrevolando este panorama poco alentador, unos pocos expresan con tanto realismo y síntesis lo que significa despertar un día en este mundo, saliéndose un poco más del encierro en sí mismo. ¿Para qué buscar respuestas? o mejor, ¿Qué respuestas buscamos? Unos versos que miran la realidad de frente y sin lavarse la cara. Encontré este poema de Pedro Aznar, artista completamente recomendable, con una gran sensibilidad, a mi parecer. Quisiera compartirlo, me dio la sensación de haber leído una especie de crónica de los sentimientos y del recorrido de una mirada sincera y particular.
con ustedes:




La mañana es un grito

La mañana es un grito de muñecos ahogados
por una infantil mano asesina
gris y pegajosa como hule
para forrar un cuaderno
donde escribir mil veces
la humedad me mata

Las torres de alta tensión
patas de puta malabarista
ofreciendo su entrepierna
a la baba del diablo

Asco en el estómago
asco con hambre insaciable
gesto de cansado desprecio
a un día que mejor hubiera hecho
en no ser

El cielo se quiere abrir a la derecha
y me cago en él
no quiero más luz
que llueva hasta que se ahoguen
los arbustos de las inútiles esperanzas
caminos que salen hacia el medio del campo
porque alguna vez a alguien se le ocurrió
que se podía ser feliz atrás de aquellos árboles

La zanahoria del burro de la historia
ser feliz
ya bastante es dominar el asco en el estómago

Atención a 500 metros control de cargas
Sáqueme sólo la esperanza de la espalda, inspector
que el asco no me pesa

Para qué estar despierto cuando todo duerme
Que se calle de una vez el cuerpo
y su insistencia de anhelar caricias
que se ocupe del asco que no es poco
Que calle de quererse echado a tu lado
un brazo sobre tu cuerpo desnudo
playa lamida por el deseo de la mañana
saciada buscando nueva supernova

No te tendrá
porque tu néctar es veneno
porque tu agua es sed
porque tu dulzura es filo
porque tu sueño es decepción

Si siente sueño no siga manejando
La ruta sigue en brumas
y tengo sueños que no duermen ni dejan dormir
los siento, sí, y manejo entre medio como un borracho
que se felicita por su destreza al volante
Lo que no viene porque no quiere
o no existe
o no oye ni ve
no lo voy a hacer venir por mucho que maneje el asco

Quién sabe la respuesta sea no manejarlo más





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lunes, 26 de octubre de 2009

Lo malo de los extremos

Quemado
........Hervido
...............Ardiente
...................Abrasador
...............................Caliente
......................................Caluroso
..................................................Cálido
...........................................................Tibio
................................................................Fresco
...........................................................................Frío
...............................................................................Helado
...............................................................................Congelado
.........................................................................................Muerto.

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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Para todo lo demás... te la aguantás


Imagino al señor “tarjetamaestra” ideando el mejor comercial, en su piscina rodeado de mujeres bonitas, buen vino y unos exóticos mariscos. Sonrisa brillante, lentes caros, pulgar arriba haciendo el gesto de “ok”, todo en cámara lenta. Así me figuro el momento de la creación del slogan tan famoso que resalta las cosas que “el dinero no puede comprar”. Imágenes abarrotadas de sentimientos, recuerdos, y algún que otro gesto rayando lo cursi nos permiten contemplar lo afortunados que somos al margen de los codiciados objetos del despilfarro mercantilista.


Yo digo: no es tan así señor tarjetón. Este mes me vi particularmente hundida en una de mis mayores depresiones económicas. Y digo particularmente porque no me caracterizo por tener una gran “cintura financiera”, todo lo contrario. Pero en estos días realmente pude sentir el forzado estreñimiento del bolsillo. Afortunadamente no tengo deudas, y todo lo minuciosamente gastado se derivó a causas nobles para mi y para otros, la cuestión está en que nada de ello se encausó hacia la bien ponderada inversión, nada. Por lo tanto, estaré sin un mango hasta el próximo primer día habil (Nota: léase esta frase como un descargo y no como excusa ante los amigos o demanda de caridad, pero se aceptan propuestas!).

Esta situación por la que me toca atravesar, me ha llevado a pensar en esa famosa publicidad que utiliza retóricamente el uso de una figura opuesta a los intereses del producto: “ el dinero no hace a la felicidad”, cuando en realidad podría decirse: “el dinero no hace a la felicidad, pero nosotros vamos a ser felices si a vos te hace feliz gastar dinero”.
Así que, en contra del mensaje benevolente que nos transmite este ente financiero, decidí hacer una lista de las cosas que suelo hacer, que me gratifican y que tendré que suspender a causa de la falta de dinero.


  • visita al lavadero de ropa. Para la ropa linda , vieron?

  • Cambiar un billete de 10 en un kiosco, y terminar pagando 9 en boludeces

  • Tomar un helado a la salida del trabajo

  • Pasar por el super sin necesidad y comprar cosas innecesarias pero útiles en algún momento...

  • Ir al cine!! Y terminar viendo unas pelitruchas en casa, que de tres, dos se ven mal seguro. (sentate que no veo che!)

  • Pedir comida al delivery que hace empanadas ricas y sanas.

  • Ir a esos locales de chucherías para mujeres, pasar una hora mirando porquerías y llevar dos o tres que seguro se terminarán perdiendo.

  • Tomarme un café por ahí (y mucho menos invitar a alguien)

  • Ponerle una suma decente de crédito a mi celular.

  • Tomarme un remis por 10 cuadras

  • Comprarme un libro o revista, aunque no lo lea por completo.


Y la lista podría seguir, pero a estas las considero el núcleo fundamental para, por ejemplo, no llegar con un terrible mal humor al fin de semana. Estoy segura de que a muchos les sucede lo mismo en este mundo en el que no se puede separar lo material de lo afectivo por completo, en algún momento se juntan para darnos una lección de lo sutil que puede ser el imprevisto capitalismo y lo acostumbrados que estamos a él. Lejos de querer caer en una crítica partidista, puedo asegurar que sí hay muchas cosas que me hacen feliz y no tienen que ver con el dinero, pero al revés de lo que muestra el comercial, las tengo en cuenta mucho más en los momentos de crisis que en la plenitud.

Gracias a todos por su colaboración en esta época, por aflojarme la soga del cuello en todos los sentidos posibles.






jueves, 20 de agosto de 2009

Ventajas y desventajas de tener un amigo, familiar o novio músico.

Ventaja: tienen oído crítico.
Desventaja: no podes criticar ninguna de sus obras maestras solo porque algo“se escucha mal”.



Ventaja: te llenan el pendrive con canciones de bandas que ni conocías y con suerte existen, pero suenan bien.
Desventaja: conocés vida y obra de su intérprete preferido, con informes actualizados en cualquier momento y lugar.



Ventaja: son sociables. Pueden entablar una conversación donde haya dos o más personas, especialmente si se trata de temas musicales, son expertos.
Desventaja: te pueden animar un cumpleaños y/o reunión familiar con repertorios que van desde Luis Miguel hasta Almafuerte.



Ventaja: se preocupan por tener un buen quipo de música o, en su defecto, un buen home theater.
Desventaja: pueden quedarse un sábado hasta las 4 am. mirando películas como “Escuela de rock” o “Jack Black”.



Ventaja: aprendés que Sebastián Bach no es solo un cantante de rock glamoroso, sino que fue un compositor alemán del siglo XVII.
Desventaja: te aprendés La Bourre de Bach de memoria, quieras o no.




Ventaja: te acompañan a los recitales.
Desventaja: pueden pasar horas aislados mirando una clínica bajada de internet, hablada en otro idioma con subtítulos en japonés.



Ventaja: despreocupados por su apariencia, te consultan cómo combinar el vestuario cuando necesitan hacerlo.
Desventaja: después de revisar su stock de 5 prendas, te piden ayuda un día antes para salir a comprar ropa.



Ventaja: vas de shopping a Talcahuano
Desventaja: no se bancan ni 5 minutos en una casa de ropa femenina.



Ventaja: sienten un apego incuestionable, indestructible e irracional pero tierno hacia su instrumento.
Desventaja: gastan más dinero en acondicionar su instrumento que en regalos para sus novias.



Ventaja: tienden a la auto-superación.
Desventaja: pueden realizar ejercicios insólitos para mejorar su técnica. Si es baterista, hará de todo objeto (animado o no) un elemento percutible.



Ventaja: Si salís con él y tu papá es liberal, lo va a aceptar mientras tenga un buen trabajo. Si tu papá es conservador, va a pensar que es un hippie pero va a valorar que tenga ideales.
Desventaja: Si tu viejo es músico, van a entablar conversaciones interminables a cerca de acontecimientos anecdóticos en la vida de John Lord o el flaco Spinetta.