lunes, 10 de agosto de 2009

El abominable hombre del facebook

Creo que hoy en día hasta el ser más ingenuo puede darse cuenta que todo producto tecnológico que aparece como innovador y sobre todo extremadamente necesario para facilitarnos la vida, siempre acarrea un doble discurso, una cara más o menos oculta y más fuerte que la aparente.

Desde Adorno hasta Bourdieu, se cansaron de decirnos que lo subyacente refuerza lo que se produce en el exterior. He aquí la nueva manera de canalizar los instintos y lo que no nos animamos a decir abiertamente: el facebook. Por fuera, una herramienta útil de socialización, utilizada por públicas, managers, bandas, periodistas, escritores, con fines comerciales o filosóficos para los más pretensiosos. Juntarse con los de la primaria, armar grupos de fanáticos, o simplemente mostrarle “la cara” al mundo. Infinidad de posibilidades brinda esta plataforma-red que ha crecido sin escalas, hasta ser el monstruo de hoy.


Muy lindo todo, me reencontré con mi vecina, muy rico el asado con los del normal n°20, etc... pero, qué más hay? Hay una empresa, es sabido, que comercializa los datos, los envía de aquí para allá mientras el usuario intercambia fotos y cree que ha descubierto su popularidad ente posteos y comentarios. Pero también, hay una clase de hombre que ha encontrado su caldo de cultivo, un lugar donde puede libremente cometer todas las imprudencias veladas del monitor para afuera.

Me refiero al tipo corredor y a la mina zorra. Basta ver un par de conversaciones y lo que se genera fuera del límite virtual, para darse cuenta que está plagado de personas de mente pre-adolescente, sin más ánimos que juguetear con el sexo opuesto y recibir la mayor cantidad de coqueteadas posibles. Feliz forma de elevar a aquellos de autoestima caída, reforzar vanidades y alimentar a los flagrantes narcisistas. Sin importar la edad real, esta gente parece incapaz de sostener relaciones sociales genuinas, evitan cualquier tipo de lazo comprometedor y se muestran hábiles a la hora de esconder partes de sí mismo, según lo que requiera la situación. Un vaivén de fotos en poses sugerentes para “conocerse”, palabras ambiguas y jugueteo interminable. Una suerte de vuelta a la pubertad con un poquito más de licencia.

No me vengan con boludeces, a estos les cabe el flirteo y gracias a su necesidad exagerada de acercamiento provocativo, sin importar las consecuencias, hacen que crezca cada vez más este engendro en expansión. Por qué no ocupan el tiempo con las personas que tienen alrededor en vez de estar pendiente de esa olla de chismes que no sirve para nada, bueno, les sirve solo para esto.

Si antes me molestaban estas actitudes, ahora me indignan.Yo me abstengo.





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